domingo, 3 de mayo de 2015

Crónica Informativa, Panel del 27 de abril

Fuertes críticas al Estado

En el Rodolfo Walsh se habló de drogas  

Por Mario Luis Cáceres.-        


   Un panel sobre el consumo y venta de drogas en los jóvenes de  Paraná, se llevó a cabo en el auditorio de calle Buenos Aires 389. El equipo del Taller de Producción Periodística organizó esta actividad,  en el marco de la presentación de la novena edición de la revista Mal de Ojos, una publicación que conforma parte del Proyecto de Extensión Universitaria.


Panel, calor y estudiantina

   La tarde del 27 de abril fue muy cálida, tal vez demasiado para el otoño. Pero a partir de las 15.30,  el auditorio  Rodolfo Walsh se vio paulatinamente invadido por ,  en su mayoría,  alumnos  de Comunicación  que, poco a poco y bulliciosamente, ingresaron  a  ocupar  sus lugares.       



   Con Aixa Boeykens, directora general de Mal de Ojos, como moderadora, disertaron Pablo Barbirotto, Defensor de Pobres y Menores de la justicia entrerriana;  Mónica Olivera, madre de adicto y vecina del barrio paranaense Lomas del Mirador; Mario Elizalde, titular de la Secretaría de Lucha contra las Adicciones de la Provincia (SELCA);  Nora Mían, vicerrectora de la escuela secundaria paranaense Bazán y Bustos y José Amado,  periodista especializado en noticias policiales del diario Uno Entre Ríos. Ausente,  sin aviso, Norma Castaño, integrante de  Red Madres Solidarias de Santa Fe. 

   Momentos antes, la  moderadora  había invitado a subir a ese mismo escenario a los estudiantes de Comunicación, Nahuel Amore y Paulo Palacios,  autores de  sendos trabajos de investigación, publicados en Mal de Ojos, sobre consumo y  venta de drogas en las ciudades de Paraná y Santa Fe; y  disparadores del tema de panel, quienes   explicaron en forma sucinta los ejes de sus investigaciones e ilustraron también sobre fuentes recurridas, dificultades y otros pormenores acaecidos en la producción de los informes. Luego de exponer sus  opiniones respecto del problema investigado, entre aplausos y flashes fotográficos, descendieron del escenario. 




Amore, Palacios y Boeykens




Dos voces, una crítica  

   Pablo Barbirotto abrió el panel, formal en su saco azul y corbata negra, levemente ajustada. Con aire jovial y gran altura académica, dejó al desnudo la importante y no menos sensible falencia del Estado de carecer, hasta hoy, de un Protocolo de Intervención, mediante el cual cada institución  involucrada en el problema: Justicia, Copnaf, (Consejo Provincial del Niño, Adolescente y Familia), Salud y Educación, asumiría a conciencia y ordenadamente su rol respectivo. A través de esta sistematización, cada una sabría cuál es su competencia en los casos que se presentan de de chicos con adicción. Enfatizó que al no haber tal reglamentación, aún se sigue como hace siete años atrás,  en una discusión en la que cada una de las organizaciones se reprochan mutuamente que esto le corresponde a Salud, que esto le corresponde al  Copnaf, que esto se corresponde alternado. Comparó al Protocolo con una cadena en la que cada  ente sería un eslabón. Y, dónde surgiera la falla en alguno de ellos, la grieta sería detectada inmediatamente. Consideró a este estatuto  como una herramienta fundamental y necesaria para empezar a trabajar y a ocuparse certeramente de las conductas  adictivas en los jóvenes.   

   En otro tramo de su discurso, el defensor de Menores realizó una  sucinta descripción de la relación delincuencia juvenil y el consumo de drogas en la ciudad de Paraná. Refirió que,  a pesar de que la sociedad actual hace una fuerte asociación entre  consumo de estupefacientes y delito; acrecentada más todavía cuando se trata de personas menores de 18 años;  aún, aclaró: “no se ha podido establecer qué relación existe entre una y otro o  cómo una puede influir en la génesis de lo otro”.  Mencionó que en Paraná, hoy, es posible catalogar tres tipos de delitos: 1) Los farmacológicos,  que se cometen bajo efectos de sustancias psicoactivas, cocaína, paco o psicofármacos mezclados con alcohol. Son los más consumidos actualmente en la ciudad y siempre tienen correlación directa con algún hecho delictivo. 2) Compulsivos con fines económicos, que  se consuman para conseguir la droga o bien los medios para poder procurársela, pero no se cometen nunca bajo los efectos de sustancia y  3) Delitos sistemáticos, que son los perpetrados dentro de las redes de distribución de drogas.  Impensados hasta hace pocos años atrás,  este tipo delictivo trae consigo una inusitada carga de violencia donde los protagonistas son chicos menores a 18 años. Se dan  por luchas territoriales, para escalar jerárquicamente en la organización de venta de drogas o por venganza. . Continuó con una fuerte crítica al Estado por el actual enmarque que hace del problema del consumo, que adolece de una falta de resolución real. Finalizó vehementemente su alocución,  expresando: “Pretender hoy,  resolver un problema de salud mental, -un problema social-, con el código penal, no solamente es inútil sino que, desde mi punto de vista, es una locura”     

   El periodista José Amado, tímido y hasta dubitativo en un  principio, no tardó mucho tiempo en criticar duramente la inacción  del Estado,   al que calificó de  pasivo o bobo,  frente a lo que él entendió como un  problema absolutamente conocido por toda la comunidad paranaense. Al respecto, expresó: “Si venden droga frente a una comisaría, por ejemplo, la comisaría 16,  del barrio Paraná XVI.; esa comisaría en el barrio representa al Estado. Entonces, hay un Estado bobo,  por no decir o pensar que puede existir cierta complicidad”. Sin embargo,  inmediatamente, manifestó carecer de  pruebas sobre una eventual connivencia de organismos oficiales con la comercialización de estupefacientes. Reseñó rápidamente los homicidios  acaecidos este año en Paraná, cuyos números definió: “como una estadística que yo voy llevando en un cuaderno, porque conseguirlas, es casi imposible en esta provincia”. Resaltó que de los 14 homicidios cometidos este año en Paraná,  en 12 de ellos, estuvieron involucrados sujetos que vivían en el mismo barrio. Llamó a la reflexión   sobre el promedio de edades de los muertos y de los involucrados. Al respecto, expresó : “Nos encontramos con imputados  y también muertos en estos hechos de violencia ocurridos en Paraná, en lo que va del 2015, que son chicos de 13, 14, 15 y 16 años”. Mencionó, con preocupación,  la aparición paulatina en los diferentes barrios paranaenses de la figura del soldadito, al que definió como un pibe fundamentalmente excluido del sistema sanitario, educativo,  laboral, de su entorno familiar;  preso del consumo de drogas, carne de cañón de los narcotraficantes, totalmente desechable y descartable, hasta cumplir su mayoría de edad.  Es aquel que siempre le pone el pecho a las balas, agregó. Finalmente, reprochó  los modelos de identificación poseídos hoy por los  chicos adictos, en donde su proyecto de vida pasa únicamente por querer parecerse a determinados personajes nefastos de su ciudad.  

                         
                                                    
El Panel, con Boeykens como moderadora, habló de drogas
                   
                                                                 
                
                                                                                       Dos madres, una lucha  

    De diferentes profesiones, pero unidas en la angustia de ser madres de chicos adictos  y en ser, hoy, fervorosas luchadoras contra la problemática.  Mónica Olivera y  Nora Mian  compartieron con un auditorio de profundo y respetuoso silencio, sólo interrumpido, y muy de vez en cuando,  por los flashes de las cámaras digitales sus historias de vida, sus historias de lucha.  Olivera, con voz cargada de emoción y nervios, contó que vivía en Lomas del Mirador II, un barrio actualmente conocido en Paraná por los actos de violencia que han acaecido últimamente. Que tiene un hijo adicto y que en estos momentos se encuentra en etapa de rehabilitación. Aclaró que la adicción contraída por su chico, no se debió a carencias de afectos ni por causas económicas,  por cuanto su hijo  no necesitaba nada. No necesitaba andar drogado porque tuvo una buena construcción familiar. Tampoco había antecedentes de  demencia en la familia. Entonces, contó que: “Mi chico ingresó al mundo del consumo  presionado por otros adolescentes que le exigían constantemente el   sentimiento de pertenencia al barrio”.  Porque, aclaró, en ese hábitat, si ahí todos consumen, él también debía consumir. Por ello, decidió sacar al joven de ese ámbito y llevarlo a otro punto de Paraná, donde hoy, señaló,  trabaja, estudia y no consume. Finalizó instando a los presentes a enfrentar el problema. A no permanecer indiferentes,  amparados en el que a mí no me va a pasar.

   Por su parte,  la vicerrectora Mian, al  igual que Olivera, manifestó tener un hijo adicto, al que nunca le faltó nada. Tal vez lo que  le pudo haber influido para caer en  esta conducta,  haya sido  una inesperada y no aceptada separación conyugal de su parte, expresó.  Instó a  recorrer el  territorio para analizar lo qué es para un adolescente el estar en contacto con la droga,  lo que es su relación con el trabajo académico, su relación con la escuela,  con la adquisición de conocimientos y su futuro proyecto de vida.   Pidió suma atención  sobre problemática por cuanto,  sostuvo: “Rosario no está tan lejos de Paraná”  Afirmó que  más del 40 % de la población estudiantil ha tenido ya contacto con la droga. Y, que en cada caso de adicción de chicos, hay una familia ausente y un adulto que no se responsabiliza.   Sostuvo: “El adicto no se cura, sólo se rehabilita. Corre  siempre el riesgo de volver a caer en su adicción”. La droga está en todos los ámbitos, indicó. Finalizó diciendo: “Desde la escuela se trata de contrarrestar el problema con un mensaje esperanzador de que se puede salir y también desde acá,  se hace todo lo humanamente posible para contrarrestarlo”      

La ignorancia manifiesta y la toma de distancia                       
Los estudiantes siguieron al Panel con suma atención


   Por último, Mario Elizalde, titular de la Selca, expuso sobre las actividades de la institución a su cargo. Alertó sobre la existencia de una total ignorancia por parte de los profesionales de la Salud a cómo tratar o prevenir las conductas adictivas. Es así  que para contrarrestar esta falencia, la Secretaría a su cargo inició un estudio piloto para conocer cuánto dominan del tema médicos y psicólogos, no sólo en la provincia sino a nivel país. El programa, denominado Encepea (Encuesta Nacional de Conocimiento de Estudiantes de Enfermería, Psicología, sobre Adicciones), abarca hoy a las Universidades  de Jujuy, Salta  Sgo. del Estero, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Mendoza, La Pampa, Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Chubut.  A partir de esta base,  desde la organización provincial entrerriana,  se comenzó a preparar médicos, enfermeras y psicólogos para estar en condiciones reales de tratar el problema. Criticó a las intervenciones en adicciones realizadas en los años ´90, fundamentalmente deteniéndose en el rol desempeñado en ese entonces por las comunidades terapéuticas, a las que calificó como un negocio redondo. Destacó el papel únicamente preventivo e informativo que desempeña el área a su mando, tomando de esta forma, una evidente y esquiva distancia de los demás organismos oficiales, encargados de otras intervenciones:  Salud, Copnaf, Justicia, Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico  (SEDRONAR), Y  frente a un velado reproche efectuado por alguien del auditorio, sobre las distintas falencias en intervenciones del Estado en la problemática, Elizalde, rápidamente y tomando distancia, respondió: “Soy ministerio de Educación,  no  de Salud. Debería estar alguien de Salud. Nuestra Secretaría diseña y cumple únicamente con programas preventivos en distintos órdenes”  Respuesta ésta que no fue muy bien acogida por muchos de los presentes.  Concluyendo allí su disertación.  

Aplausos, agradecimientos y felicitaciones

   A las 18.00, entre aplausos, agradecimientos, felicitaciones y murmullos, finalizó un debate que dejó más dudas que certezas, respecto de la eficacia, eficiencia y responsabilidad del Estado en el problema.  Aunque, ni siquiera forzadamente, no es posible, soslayar el rol fundamental desempeñado por cada familia, cada adulto,  para enfrentar con tenacidad y con éxito a este monstruo lacerante  y complejo  que, sin duda,  en algún momento, podría  terminar devorándonos.  






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