Fuertes críticas al
Estado
En el Rodolfo Walsh se
habló de drogas
Por Mario Luis
Cáceres.-
Un panel sobre el consumo y venta de drogas en los jóvenes de Paraná, se llevó a cabo en el auditorio de calle Buenos Aires 389. El equipo del Taller de Producción Periodística organizó esta actividad, en el marco de la presentación de la novena edición de la revista Mal de Ojos, una publicación que conforma parte del Proyecto de Extensión Universitaria.
Panel, calor y
estudiantina
La tarde del 27 de
abril fue muy cálida, tal vez demasiado para el otoño. Pero a partir de las
15.30, el auditorio Rodolfo Walsh se vio paulatinamente invadido
por , en su mayoría, alumnos
de Comunicación que, poco a poco
y bulliciosamente, ingresaron a ocupar
sus lugares.
Con Aixa Boeykens,
directora general de Mal de Ojos, como moderadora, disertaron Pablo Barbirotto,
Defensor de Pobres y Menores de la justicia entrerriana; Mónica Olivera, madre de adicto y vecina del
barrio paranaense Lomas del Mirador; Mario Elizalde, titular de la Secretaría de Lucha contra las Adicciones de la Provincia (SELCA); Nora Mían, vicerrectora de la escuela secundaria paranaense
Bazán y Bustos y José Amado, periodista
especializado en noticias policiales del diario Uno Entre Ríos. Ausente, sin aviso, Norma Castaño, integrante de Red Madres Solidarias de Santa Fe.
Momentos antes, la moderadora había invitado a subir a ese mismo escenario a
los estudiantes de Comunicación, Nahuel Amore y Paulo Palacios, autores de
sendos trabajos de investigación, publicados en Mal de Ojos, sobre
consumo y venta de drogas en las
ciudades de Paraná y Santa Fe; y disparadores
del tema de panel, quienes explicaron
en forma sucinta los ejes de sus investigaciones e ilustraron también sobre fuentes
recurridas, dificultades y otros pormenores acaecidos en la producción de los informes.
Luego de exponer sus opiniones respecto
del problema investigado, entre aplausos y flashes fotográficos, descendieron
del escenario.
Amore, Palacios y Boeykens |
Dos voces, una
crítica
Pablo Barbirotto abrió el panel,
formal en su saco azul y corbata negra, levemente ajustada. Con aire jovial y gran
altura académica, dejó al desnudo la importante y no menos sensible falencia
del Estado de carecer, hasta hoy, de un Protocolo de Intervención, mediante el
cual cada institución involucrada en el
problema: Justicia, Copnaf, (Consejo Provincial del Niño, Adolescente y
Familia), Salud y Educación, asumiría a conciencia y ordenadamente su rol
respectivo. A través de esta sistematización, cada una sabría cuál es su competencia
en los casos que se presentan de de chicos con adicción. Enfatizó que al no
haber tal reglamentación, aún se sigue como hace siete años atrás,
en una discusión en la que cada una de las organizaciones se reprochan
mutuamente que esto le corresponde a Salud, que esto le corresponde al Copnaf, que esto se corresponde alternado.
Comparó al Protocolo con una cadena en la que cada ente sería un eslabón. Y, dónde surgiera la
falla en alguno de ellos, la grieta sería detectada inmediatamente. Consideró a
este estatuto como una herramienta fundamental
y necesaria para empezar a trabajar y a ocuparse certeramente de las
conductas adictivas en los jóvenes.
En otro tramo de su
discurso, el defensor de Menores realizó una
sucinta descripción de la relación delincuencia juvenil y el consumo de
drogas en la ciudad de Paraná. Refirió que, a pesar de que la sociedad actual hace una
fuerte asociación entre consumo de
estupefacientes y delito; acrecentada más todavía cuando se trata de personas
menores de 18 años; aún, aclaró: “no se
ha podido establecer qué relación existe entre una y otro o cómo una puede influir en la génesis de lo
otro”. Mencionó que en Paraná, hoy, es
posible catalogar tres tipos de delitos: 1) Los farmacológicos, que se cometen bajo efectos de sustancias psicoactivas, cocaína, paco o psicofármacos mezclados con alcohol. Son los más
consumidos actualmente en la ciudad y siempre tienen correlación directa con
algún hecho delictivo. 2) Compulsivos con fines económicos, que se consuman para conseguir la droga o bien
los medios para poder procurársela, pero no se cometen nunca bajo los efectos
de sustancia y 3) Delitos sistemáticos,
que son los perpetrados dentro de las redes de distribución de drogas. Impensados hasta hace pocos años atrás, este tipo delictivo trae consigo una
inusitada carga de violencia donde los protagonistas son chicos menores a 18
años. Se dan por luchas territoriales,
para escalar jerárquicamente en la organización de venta de drogas o por venganza.
. Continuó con una fuerte crítica al Estado por el actual enmarque que hace del
problema del consumo, que adolece de una falta de resolución real. Finalizó vehementemente
su alocución, expresando: “Pretender hoy, resolver un problema de salud mental, -un
problema social-, con el código penal, no solamente es inútil sino que, desde
mi punto de vista, es una locura”
El periodista José Amado, tímido y hasta dubitativo
en un principio, no tardó mucho tiempo en
criticar duramente la inacción del
Estado, al que calificó de pasivo o bobo,
frente a lo que él entendió como un problema absolutamente conocido por toda la
comunidad paranaense. Al respecto, expresó: “Si venden droga frente a una
comisaría, por ejemplo, la comisaría 16, del barrio Paraná XVI.; esa comisaría en el
barrio representa al Estado. Entonces, hay un Estado bobo, por no decir o pensar que puede existir cierta
complicidad”. Sin embargo, inmediatamente, manifestó carecer de pruebas sobre una eventual connivencia de
organismos oficiales con la comercialización de estupefacientes. Reseñó
rápidamente los homicidios acaecidos
este año en Paraná, cuyos números definió: “como una estadística que yo voy
llevando en un cuaderno, porque conseguirlas, es casi imposible en esta
provincia”. Resaltó que de los 14 homicidios cometidos este año en Paraná, en 12 de ellos, estuvieron involucrados
sujetos que vivían en el mismo barrio. Llamó a la reflexión sobre el promedio de edades de los muertos y de
los involucrados. Al respecto, expresó : “Nos encontramos con imputados y también muertos en estos hechos de
violencia ocurridos en Paraná, en lo que va del 2015, que son chicos de 13, 14,
15 y 16 años”. Mencionó, con preocupación, la aparición paulatina en los diferentes
barrios paranaenses de la figura del soldadito, al que definió como un pibe
fundamentalmente excluido del sistema sanitario, educativo, laboral, de su entorno familiar; preso del consumo de drogas, carne de cañón de
los narcotraficantes, totalmente desechable y descartable, hasta cumplir su mayoría de edad. Es aquel que siempre le pone el pecho a las
balas, agregó. Finalmente, reprochó los
modelos de identificación poseídos hoy por los
chicos adictos, en donde su proyecto de vida pasa únicamente por querer
parecerse a determinados personajes nefastos de su ciudad.
Dos madres, una lucha
De diferentes profesiones, pero unidas en la angustia de ser madres de chicos adictos y en ser, hoy, fervorosas luchadoras contra la problemática. Mónica Olivera y Nora Mian compartieron con un auditorio de profundo y respetuoso silencio, sólo interrumpido, y muy de vez en cuando, por los flashes de las cámaras digitales sus historias de vida, sus historias de lucha. Olivera, con voz cargada de emoción y nervios, contó que vivía en Lomas del Mirador II, un barrio actualmente conocido en Paraná por los actos de violencia que han acaecido últimamente. Que tiene un hijo adicto y que en estos momentos se encuentra en etapa de rehabilitación. Aclaró que la adicción contraída por su chico, no se debió a carencias de afectos ni por causas económicas, por cuanto su hijo no necesitaba nada. No necesitaba andar drogado porque tuvo una buena construcción familiar. Tampoco había antecedentes de demencia en la familia. Entonces, contó que: “Mi chico ingresó al mundo del consumo presionado por otros adolescentes que le exigían constantemente el sentimiento de pertenencia al barrio”. Porque, aclaró, en ese hábitat, si ahí todos consumen, él también debía consumir. Por ello, decidió sacar al joven de ese ámbito y llevarlo a otro punto de Paraná, donde hoy, señaló, trabaja, estudia y no consume. Finalizó instando a los presentes a enfrentar el problema. A no permanecer indiferentes, amparados en el que a mí no me va a pasar.
Por su parte, la vicerrectora Mian, al igual que Olivera, manifestó tener un hijo adicto,
al que nunca le faltó nada. Tal vez lo que le pudo haber influido para caer en esta conducta, haya sido una inesperada y no aceptada separación
conyugal de su parte, expresó. Instó
a recorrer el territorio para analizar lo qué es para un
adolescente el estar en contacto con la droga,
lo que es su relación con el trabajo académico, su relación con la
escuela, con la adquisición de
conocimientos y su futuro proyecto de vida. Pidió suma
atención sobre problemática por cuanto, sostuvo: “Rosario no está tan lejos de Paraná”
Afirmó que más del 40 % de la población estudiantil ha tenido
ya contacto con la droga. Y, que en cada caso de adicción de chicos, hay una
familia ausente y un adulto que no se responsabiliza. Sostuvo: “El adicto no se cura, sólo se
rehabilita. Corre siempre el riesgo de
volver a caer en su adicción”. La droga está en todos los ámbitos, indicó.
Finalizó diciendo: “Desde la escuela se trata de contrarrestar el problema con un
mensaje esperanzador de que se puede salir y también desde acá, se hace todo lo humanamente posible para
contrarrestarlo”
La ignorancia manifiesta y la toma de distancia
Los estudiantes siguieron al Panel con suma atención |
Por último, Mario
Elizalde, titular de la Selca ,
expuso sobre las actividades de la institución a su cargo. Alertó sobre la
existencia de una total ignorancia por parte de los profesionales de la Salud a cómo tratar o prevenir
las conductas adictivas. Es así que para
contrarrestar esta falencia, la
Secretaría a su cargo inició un estudio piloto para conocer
cuánto dominan del tema médicos y psicólogos, no sólo en la provincia sino a
nivel país. El programa, denominado Encepea (Encuesta Nacional de Conocimiento de
Estudiantes de Enfermería, Psicología, sobre Adicciones), abarca hoy a las
Universidades de Jujuy, Salta Sgo. del Estero, Santa Fe, Entre Ríos,
Córdoba, Mendoza, La Pampa ,
Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Chubut. A partir de esta base, desde la organización provincial entrerriana, se comenzó a preparar médicos, enfermeras y
psicólogos para estar en condiciones reales de tratar el problema. Criticó a
las intervenciones en adicciones realizadas en los años ´90, fundamentalmente deteniéndose
en el rol desempeñado en ese entonces por las comunidades terapéuticas, a las
que calificó como un negocio redondo. Destacó el papel únicamente preventivo e
informativo que desempeña el área a su mando, tomando de esta forma, una evidente
y esquiva distancia de los demás organismos oficiales, encargados de otras intervenciones:
Salud, Copnaf, Justicia, Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico
(SEDRONAR), Y frente a un velado reproche efectuado
por alguien del auditorio, sobre las distintas falencias en intervenciones del
Estado en la problemática, Elizalde, rápidamente y tomando distancia,
respondió: “Soy ministerio de Educación,
no de Salud. Debería estar
alguien de Salud. Nuestra Secretaría diseña y cumple únicamente con programas
preventivos en distintos órdenes”
Respuesta ésta que no fue muy bien acogida por muchos de los presentes. Concluyendo allí su disertación.
Aplausos, agradecimientos y felicitaciones
A las 18.00, entre aplausos, agradecimientos,
felicitaciones y murmullos, finalizó un debate que dejó más dudas que certezas,
respecto de la eficacia, eficiencia y responsabilidad del Estado en el
problema. Aunque, ni siquiera
forzadamente, no es posible, soslayar el rol fundamental desempeñado por cada
familia, cada adulto, para enfrentar con
tenacidad y con éxito a este monstruo lacerante y complejo
que, sin duda, en algún momento,
podría terminar devorándonos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario